Ser extremeño no es muy distinto del sentimiento de ser “alentejano”. Hay tradiciones y costumbres efectivamente parecidos, una lentitud peculiar (quizás en lo que somos más parecidos), fruto de una tierra calurosa y de un paisaje de soledad… En Barcelona me he sentido más extremeño que nunca, lo sentí desde un punto de vista casi “labriego” que no tiene mucho que ver con el aire cosmopolita de la gran ciudad, capital de Cataluña. Sin embargo, el orgullo de ver mi provincia como una gran influencia en lo que es y ha sido Barcelona y Cataluña, ayúdame a creer que la desertificación del interior español, la pobreza de estas tierras olvidadas (como “Alentejo”), no tiene nada que ver con potencial humano, pero sí con incompetencia política y intereses de gente que no piensa de manera igual en el desarrollo sostenible de una nación.
¡Qué alegría ha sido ver este hogar!
Gostaste de Barcelona?
ResponderEliminarEstamos preparando un curso de Ágora, el debate peninsular
sobre los ejes y revalidades Madrid/Barcelona Lisboa/Porto en la configuración de la Península Ibérica.
Me encantó, pero creo que son revalidades distintas (el idioma no es tema de revalidad entre Lisboa y Porto, es más un sentimiento de importancia política y social, que quizás también pasa entre Barcelona y Madrid). Sin embargo, creo que va a ser un debate de hecho interesante.
ResponderEliminarÉ curioso como algo nesta terra "nuestra ermana" (peço desculpa se escrevi com erros)me faz sentir junto de casa. Em principio irei estudar por aí, mas este sentimento é maior desde que me desloco para tais paragens para jogar voleibol e falar com alguns extremenhos.
ResponderEliminarBoa terra, boa gente.
Será que daí virão bons ventos...?
O Hélio que o diga, mas cooperando entre alentejanos e extremenhos, penso que será uma optima união de facto.
Um grande abraço!