La prensa española ha prestado alguna atención a las elecciones en Portugal, quizás la más grande desde que viven los dos países en democracia, y no nos debemos olvidar que este fue el plebiscito que, además de palabras nuevas en el léxico luso como “arruada”, más ha involucrado las relaciones políticas entre los dos países con temas como el AVE o las declaraciones explosivas (de carácter nacionalista) de Manuela Ferreira Leite que “Portugal no es una provincia de España”.
De acuerdo con algunos puntos de vista de la prensa española, la línea de acción de la actual líder del PSD que no usó su elevada preparación profesional para atacar con argumentos económicos al actual y recién elegido primer ministro, ha tenido un precio altísimo: la perdida de las elecciones y un aumento de la distancia con el PS.
Incluso, la influencia de los medios de comunicación españoles determinó la perdida categórica del partido fundado por Sá Carneiro. El viernes pasado, Luis Filipe Menezes, anterior líder del partido de Ferreira Leite y muy cercano al candidato al ayuntamiento de la capital, Santana Lopes, escribió un polémica crónica en “El País”, donde evidenciaba que era un error dejar de invertir en los tramos de alta velocidad que unirían los dos países y que las relaciones internacionales lusas deberían privilegiar su vecina España. Hasta aquí, nada de nuevo, sino que Menezes afirmó que estas habían sido las elecciones más pobres intelectualmente desde la Revolución de los Claveles.
¿No bastaba ya el grupo PRISA y el telediario de TVI? ¿Pina Moura en Iberdrola? ¿Ahora “El País”? Es evidente que Portugal será siempre un país independiente, sus fronteras, cultura y idiosincrasias están más que consolidadas y todos los rumores de unión ibérica no pasan de lo que son, es decir, rumores sensacionalistas, muy buenos para vender periódicos y hacer encuestas, olvidando que España ya tiene un montón de problemas con los nacionalismos y seguramente que les da igual Portugal. Pero el espacio compartido en la península y las buenas relaciones políticas, sociales y culturales, son un claro ejemplo que Portugal y España tendrán siempre una palabra que decir a la hora de elegir nuevos líderes políticos. Por supuesto que España tiene una postura más fuerte en este ámbito, pero Portugal también es un oportuno aliado de la política española, ya os acordareis de la intervención en “portuñol” de Sócrates en un mitin del PSOE o una ondulante bandera de Portugal en el discurso victorioso de Zapatero en las últimas elecciones para el gobierno en España.
Sin embargo, y a pesar de las dichas influencias transfronterizas, el PS ha ganado pero pierde la mayoría absoluta, sin que el enfoque positivo que su líder quiso dar a su campaña, basado en la determinación de un futuro mejor, en proponer soluciones y negar todas las acusaciones de “asfixia democrática” que ha asombrado su liderazgo, se manifestara en las urnas.
Todo ha cambiado, hay muchas diferencias con los anteriores resultados de 2004, con un PSD connotado con una líder apodada de “Salazar con faldas”, enflaquecido y gritando por cambios de liderazgo (el gran ausente fue el exlíder de la JSD Passos Coelho, ¿Cuál será su próximo paso hacia la dirección del partido?), unas “puertas” abiertas al pasado a través del discurso populista, diciendo lo que se quiere escuchar, de Paulo Portas, el eterno candidato del PP, que ahora es la tercera fuerza política, y la izquierda fragmentada de trotskistas y marxistas (con el Bloque de Izquierda doblando el número de representantes parlamentarios y el Partido Comunista manteniendo los mismos diputados de la legislatura anterior) que se prevé que tendrán de llegar a acuerdos para que el gobierno pueda hacer lo que debe, es decir, gobernar todos los portugueses.
De acuerdo con algunos puntos de vista de la prensa española, la línea de acción de la actual líder del PSD que no usó su elevada preparación profesional para atacar con argumentos económicos al actual y recién elegido primer ministro, ha tenido un precio altísimo: la perdida de las elecciones y un aumento de la distancia con el PS.
Incluso, la influencia de los medios de comunicación españoles determinó la perdida categórica del partido fundado por Sá Carneiro. El viernes pasado, Luis Filipe Menezes, anterior líder del partido de Ferreira Leite y muy cercano al candidato al ayuntamiento de la capital, Santana Lopes, escribió un polémica crónica en “El País”, donde evidenciaba que era un error dejar de invertir en los tramos de alta velocidad que unirían los dos países y que las relaciones internacionales lusas deberían privilegiar su vecina España. Hasta aquí, nada de nuevo, sino que Menezes afirmó que estas habían sido las elecciones más pobres intelectualmente desde la Revolución de los Claveles.
¿No bastaba ya el grupo PRISA y el telediario de TVI? ¿Pina Moura en Iberdrola? ¿Ahora “El País”? Es evidente que Portugal será siempre un país independiente, sus fronteras, cultura y idiosincrasias están más que consolidadas y todos los rumores de unión ibérica no pasan de lo que son, es decir, rumores sensacionalistas, muy buenos para vender periódicos y hacer encuestas, olvidando que España ya tiene un montón de problemas con los nacionalismos y seguramente que les da igual Portugal. Pero el espacio compartido en la península y las buenas relaciones políticas, sociales y culturales, son un claro ejemplo que Portugal y España tendrán siempre una palabra que decir a la hora de elegir nuevos líderes políticos. Por supuesto que España tiene una postura más fuerte en este ámbito, pero Portugal también es un oportuno aliado de la política española, ya os acordareis de la intervención en “portuñol” de Sócrates en un mitin del PSOE o una ondulante bandera de Portugal en el discurso victorioso de Zapatero en las últimas elecciones para el gobierno en España.
Sin embargo, y a pesar de las dichas influencias transfronterizas, el PS ha ganado pero pierde la mayoría absoluta, sin que el enfoque positivo que su líder quiso dar a su campaña, basado en la determinación de un futuro mejor, en proponer soluciones y negar todas las acusaciones de “asfixia democrática” que ha asombrado su liderazgo, se manifestara en las urnas.
Todo ha cambiado, hay muchas diferencias con los anteriores resultados de 2004, con un PSD connotado con una líder apodada de “Salazar con faldas”, enflaquecido y gritando por cambios de liderazgo (el gran ausente fue el exlíder de la JSD Passos Coelho, ¿Cuál será su próximo paso hacia la dirección del partido?), unas “puertas” abiertas al pasado a través del discurso populista, diciendo lo que se quiere escuchar, de Paulo Portas, el eterno candidato del PP, que ahora es la tercera fuerza política, y la izquierda fragmentada de trotskistas y marxistas (con el Bloque de Izquierda doblando el número de representantes parlamentarios y el Partido Comunista manteniendo los mismos diputados de la legislatura anterior) que se prevé que tendrán de llegar a acuerdos para que el gobierno pueda hacer lo que debe, es decir, gobernar todos los portugueses.
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