sexta-feira, junho 21, 2013

Somos siete años (dedicado J.A.S)

La distancia cortará el abrazo físico y el "que no se te olvide que te amo".
Seremos presente pasado en tierras de Valencia de Alcántara mirando siempre hacia Portugal (con el centralismo intelectual madrileño que sueña con la mar).
El Alentejo y Extremadura son un mismo paisaje. Son tú y yo. Serán Diego y Santi.
Fue Celan y Afonso.
Somos nosotros.

Esta es nuestra navaja.
Usada.
Digna de nuestros padres, de todos los romos lápices que afiló y de todos los trozos de pan humilde que repartió debajo de una encina que ya no sabía su edad.
Esta navaja, afilada por el tiempo, gastada por el gesto, es nuestra tercera mano.
Hermano.
Como debe de ser. Sonriendo y llorando en una lámina brillante de óxido.
Una navaja no juzga. Acompaña.

Esta no es mi lengua mater. Será la lengua hermana, más fuerte que la sangre que, como bien sabes, solo contiene plasma y adn nada cómplice del alma.
Me atrevo a sentir en esta lengua. La quiero como quiero a muchos que la hablan dentro de mí.

Nosotros tenemos siete años.
Tenemos los pisos de Maneli,
Tenemos los asientos cantantes, ochenteros, folladores vividores…
Tenemos puertas abiertas y cerradas al mismo tiempo.
Pero tenemos burro, viola y perro. Y la danza de los pájaros coreografiada por Vanilla Ice.
Tenemos la cura para todos los viernes en que nos enamoramos.

Esta es nuestra navaja hermano. Yo nací con una.
Me la puso mi abuelo en la cuna.
Me define.
Esta te acompañará cuando no me puedas decir que me amas y,
como nuestras tardes al sol del Jiniebro,
no te pesará en el equipaje.
Nada está más cerca que en el bolsillo.
Eso del corazón son tópicos cardiólogos desfasados de realidad pragmática.
A mí,
Hermano,
Siempre me tendrás en el bolsillo.

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