quarta-feira, julho 22, 2015

"O sorriso arcaico"

«¡Qué hermosa vida!», goza el hombre, sintiéndose acariciado por esos ojos… Su mano se mueve hacia ella bajo las sábanas, pero se inmoviliza antes de tocarla, en cuanto percibe una tibieza en el lienzo. Allí se detiene como un peregrino ante el santuario final, mientras se deja mecer en las ondas tranquilas del aroma femenino. Sus párpados, al cerrarse poco a poco, van adoptando una expresión final de beatitud.
Ya dormido, la mujer inmóvil le sigue contemplando enternecida. Sonrisa de niña descubriendo al hombre; mirada de madre ante el hijo en la cuna; emocionada serenidad de hembra colmada por su amante.

José Luis Sampedro, in La sonrisa etrusca, p. 248.
[Trad. Luis Leal]

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