La memoria me trae y me lleva sobre este asunto interesante: el distanciamiento entre Ramón y el 27, que no es cosa de la guerra sino muy anterior. Casi todos tenían una intoxicación de greguerías. Véase
Pasión de la tierra de Vicente Aleixandre, allí donde dice que las viejas respiran por los encajes. Nunca negaron a Ramón pero eran escuelas literarias y sociales completamente distintas. Ramón aún creía en la bohemia romanticoide y sabatina, que cultivó toda la vida. Los del 27 eran unos señoritos universitarios que vestían como diplomáticos y habían heredado el purismo y el ascetismo de Juan Ramón Jiménez.
Francisco Umbral, Días felices en Argüelles, Barcelona, Planeta, 2005, p.182.
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