Estimados amigos del Aula de Poesía Enrique Díez-Canedo, antes que nada permitidme dar la bienvenida a la autora y agradecer a los directores del aula por seguir confiando en mi persona para presentar autores de lengua portuguesa de la talla de nuestra poeta Rita Taborda Duarte.
Para los menos atentos, nuestra autora nació en la capital portuguesa en el año de 1973 y, además de poeta, es docente universitaria y crítica literaria, de la cual podemos encontrar alrededor de una veintena de libros publicados de poesía y de literatura infantil, si es que podemos adjetivar la literatura de esa manera. En este ámbito me gustaría recordar que tres de sus obras fueron seleccionadas para el Plan Nacional de Lectura promovido por el gobierno portugués y cuyo prestigio es conocido por muchos de los que nos dedicamos o queremos el mundo de las letras lusas. Sin embargo, en lo que concierne a la poesía, publicó su primer libro, Poética Breve, en 1998, al que siguieron Na Estranha Casa de Um Outro y Dos Sentidos das Coisas, en 2006 y 2007, respectivamente. Pasados siete años, en 2014, apareció la plaquette Elogio de Outono y, al año siguiente, Roturas e Ligamentos, ilustrado por André Lobo. En 2019, su libro As Orelhas de Karenin quedó finalista de los premios de la Sociedad Portuguesa de Autores y Casino da Póvoa, del festival literario “Correntes de Escrita” en la categoría de poesía. En el año del que recientemente nos despedimos, Rita Taborda Duarte vio su obra reunida en el volumen Não Desfazendo, donde se incluye el poemario inédito Uma Pedra na Boca. En nuestro país podemos encontrar poemas suyos en las antologías Tras los claveles: 25 poetas portuguesas, publicada por la editorial La Oveja Negra, y Sombras de porcelana brava: Diecisiete poetas portuguesas incluida en el reconocido catálogo de Vaso Roto, y, desde hoy, la tenemos en la nómina de nuestra aula, en edición bilingüe a cargo del escritor Juan Ramón Santos, siendo su nombre añadido a una lista de poetas cuya identidad ibérica sobrepasa fronteras nacionales impuestas por la historia.
La poesía que hoy nos presenta se adentra más allá de nuestro genio peninsular, escarba en ese humus agradecido por el abono de tradición portuguesa (me resuena una cierta gratitud a Raúl Brandão), llegando a los cimientos de nuestras culturas y a unas raíces que abrazan esa piedra basilar que es Grecia. Es común que los lectores de poesía portuguesa encuentren reminiscencias helénicas en autores canónicos, en el siglo XX tenemos el conocido ejemplo de Sophia de Mello Breyner, pero la voz de Rita Taborda Duarte me parece que adviene del hermetismo de Heráclito para insurgirse contra el dominio mitológico masculino, asumiéndose como una verdadera Helena de Troya que, consciente de la frivolidad del amor de Paris, supera con creces el legado de afán de protagonismo de Aquiles. “Danzar Descalza” es una declaración de intenciones que no acepta una desventura en el feminino y que reclama el papel real de la mujer en la literatura (y en la historia) a través de una Penélope que abandona el destino de Sísifo y planta cara a la cifosis impuesta por el telar de la tradición, pasando de ese “viejo senil inmundo y sin cabello”, que le faltó al respeto, traicionando su amor por los placeres oníricos en brazos de ninfas, pensando que ella lo esperaría simplemente porque era real y no una diosa entregada a aventuras de argonautas. Ese viejo, ya sabemos, es Ulises.
Este cuadernillo que tenemos en las manos, recurriendo a versos de la poeta, nos desnuda “la íntima alegría de ser perecedero”, y su sujeto de enunciación se mueve por los meandros de la erudición de la lengua, encuentra en el léxico la elegancia de la exigencia, que permite a la poeta, y al poema, evitar “el ángel inmundo” y afirmar que “yo todavía por aquí ando”. Al leer esta selección de poemas, principalmente “A Pedra Não Parte Nuvem”, “A Nódoa de Uma Amora”, “Voos (a Pedra e o Pássaro”), “A Ternura de Uma Pedra” y “Pedras e Árvores”, me encontré con una poética que podía apropiarse del célebre título de João Cabral de Mello Neto, “La educación por la piedra”, donde Rita Taborda Duarte resucita gestos de antaño, tradiciones posiblemente anacrónicas para nuestra hipermodernidad, que nos cuestionan y sentencian que “preguntar no es despecho, ofensa, ni denuncia (o tristeza)”. A través de una aparente preferencia por la aspereza del lenguaje, lo que encontramos es una poesía exfoliante que nos llega más allá de la epidermis.
El Aula de Poesía Enrique Diez Canedo nos trae una autora de “Contrastes” desde el “reposo felino ronroneando en tierno regazo”, al cual me confieso muy sensible, a una leishmaniosis lírica, permítaseme el atrevimiento, esa mezcla de la sangre humana con la lealtad perruna en el poema “Verão 98”. Desde mi perspectiva, estamos ante una poeta cuyo recorrido vital decidió escaparse a la verosimilitud debido al simple hecho de muy pronto haberse dado cuenta de que no existen paliativos para una infección poética…
Resumiendo y “concluyendo”, puesto que una conclusión se puede encontrar en esta bella antología, la poesía de Rita Taborda Duarte está hecha de “palabras perfiladas, como piedras, sobre piedra encima de otra piedra”. Las paredes de su universo lírico son rectas y exactas como una “plomada”, por más que la poeta nos remita a la necesidad de la escritura, esa mundana necesidad que la lleva a bajar sus versos al dia a dia de “emporcar la esfregona en el tintero”.
Muchas gracias por vuestra atención.
Badajoz, 23 de enero de 2024
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