Los vómitos eran intensos y casi que te dejaban de rodillas, pero aún así fuiste por tu pie al hospital, donde estuviste horas y te sacaron sangre por primera vez y te pusieron una via para el suero, dos botellas a las que casi contaste las gotas. Pero ni una lágrima derramaste, ni una queja salió de tu boca. Te molestaba el brazo tendido, sin embargo demostraste tener una paciente inversa a tus escasos siete años. Me pediste "Papi, sácame una foto, soy fuerte.". Aquí está.
Estamos ya en casa, donde duermes en tu habitación, y solo puedo decirte que eres más valiente que yo, el toro más fuerte, y que solo tengo ganas de llorar, agradeciendo que afortunadamente estás (estáis) bien. Me pediste que lo escribiera. Creo que ya intuyes que apunto cosas. Ya duermes y te escucho.
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