10/XI/2024: Ontem foi a Gala XXII Mais Alentejo com os respectivos Prémios Alentejo e mais um ano pudemos rumar a este encontro para celebrar a nossa terra. Como já é uma tradição, a originalidade e teimosia do António Sancho fazem a "Mais Alentejo", contudo, como tantas vezes foi relembrado durante o serão, nada se faz sem o outro, sem o leitor, sem o público, sem a família, sem o estímulo e a consequente gratidão... O Alentejo, polifónico como o seu cante reconhecido pela UNESCO há 10 anos, gregário como a humanidade, tristemente a enveredar pela senda do individualismo e do autoritarismo, não é só pão de trigo, ervas aromáticas, bons vinhos ou azeite ainda melhor, isto é, sabores e tradições de uma região de Portugal onde os acessos são os que são: escassos e a tenderem ao esquecimento de uma falsa interioridade. Subscrevo totalmente as palavras do genial Jorge Serafim, o Alentejo não se resume a isto, a comes e bebes, a feiras e a petiscos. Há muita planície alentejana em almas de gente jovem, inovadora, culta, com saber feito experiência, gente que se viu obrigada a abandonar o seu local de nascimento porque este, de tão rico e especial, continuou fadado à redundância e à pobreza. Há quem resista, há quem prefira o coro da Primavera ao fado duma capital descaracterizada e cega para novos horizontes, há quem não esteja para marear a perdiz e renuncie a estatutos impostos. Ontem vi bastante dessa gente, cumprimentei-os e tive o privilégio de abraçar alguns, a maioria eram alentejanos mas não só. Senti-me reconfortado e, apesar de estar nos arredores de Lisboa, em casa.
10/XI/2024: Ayer tuvo lugar la Gala XXII Mais Alentejo con los respectivos Premios Alentejo, y un año más pudimos acudir a este encuentro para celebrar nuestra tierra. Como es tradición, la originalidad y tenacidad de António Sancho dan forma a la "Mais Alentejo", pero, como se recordó en varias ocasiones durante la velada, nada se hace sin el otro, sin el lector, sin el público, sin la familia, sin el estímulo y la consecuente gratitud... El Alentejo, polifónico como su cante, reconocido por la UNESCO hace 10 años, es gregario como la humanidad, aunque tristemente esté sucumbiendo al individualismo y al autoritarismo. Este no se limita solo al pan de trigo, las hierbas aromáticas, los buenos vinos o aún mejores aceites de oliva; es decir, sabores y tradiciones de una región de Portugal donde los accesos son los que son: escasos y tendentes al olvido de una falsa interioridad. Estoy completamente de acuerdo con las palabras del genial Jorge Serafim: el Alentejo no se reduce a esto, a comidas y bebidas, a ferias y aperitivos. Hay mucha llanura alentejana en almas de gente joven, innovadora, culta, con conocimientos hechos experiencia, personas que se vieron obligadas a abandonar su lugar de nacimiento porque, siendo tan rico y especial, seguía destinado a la redundancia y la pobreza. Hay quienes resisten, quienes prefieren el coro de la primavera al fado de una capital descaracterizada y ciega para nuevos horizontes, quienes no están para marear la perdiz y renuncian a estatus impuestos. Ayer vi a muchas de esas personas, las saludé y tuve el privilegio de abrazar a algunas; la mayoría eran alentejanos, pero no solo. Me sentí reconfortado y, a pesar de estar en los alrededores de Lisboa, en casa.
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