21/XI/2025: He tenido la suerte de asistir a la presentación del libro "Mañana matarán a Daniel", de Aroa Moreno, introducido brillantemente por Antonio Sáez, y me he quedado con una reflexión/indagación de la autora: “¿Qué tipo de personas seríamos si viviéramos en una dictadura?”. Seguro que algunos de nosotros ya nos hemos hecho esta pregunta; yo lo hice muy temprano y lo sigo haciendo.
Es difícil hacer planteamientos en modo condicional, puesto que la partícula "si" en un enunciado remite a la probabilidad y no a la realidad. Teniendo en cuenta mi perfil personal, moldeado en un contexto democrático y habiendo conocido (incluso en persona) a víctimas y opresores de regímenes dictatoriales, creo que podría admitir varios escenarios con diferentes grados de probabilidad:
A. Sería un simple trabajador, preocupado únicamente por dar de comer a mis hijos, intentando no significarme en una sociedad en que las mujeres serían propiedad de los hombres.
B. Estaría exiliado (seguro que internamente).
C. Me estaría muriendo por dentro, pues un íntimo libre no aguanta demasiado tiempo en cautiverio.
D. Estaría en la cárcel y prohibido de ejercer mi trabajo por ser considerado subversivo.
E. Subsistiría a duras penas, posiblemente despojado de cualquier propiedad privada o de bienes personales.
F. Sería muy posible que me hubiesen torturado o, aún peor, acosado, torturado y violado a mis seres queridos con total impunidad.
G. Resistiría como pudiera; abandonaría el pacifismo y, para combatir la monstruosidad, sacaría lo peor de mí para sobrevivir.
H. O, lo más probable, estaría muerto en alguna fosa común (como la que tengo a 300 metros de mi casa).
No me gusta pensar ni hacerme esta pregunta, y hubo tiempos en que no hacía mucha falta que nos la hiciéramos con tanta frecuencia. Admito el optimismo y la esperanza, al igual que la desmemoria.
Hace diez años publiqué un poema que hablaba de tatuajes nazis yéndose de compras por calles de mi ciudad. Algo ya se intuía: el despudor masivo.
Hoy hagámonos y hagamos esta pregunta, principalmente a los más jóvenes, algunos con nostalgia de autoritarismos desconocidos: “¿Estaremos dispuestos a ser las personas que somos en una dictadura?”.
21/XI/2025: Tive a sorte de assistir à apresentação do livro "Mañana matarán a Daniel", de Aroa Moreno, introduzido brilhantemente por Antonio Sáez, e fiquei com uma reflexão/indagação da autora: “Que tipo de pessoas seríamos se vivêssemos numa ditadura?”. Certamente alguns de nós já nos fizemos esta pergunta; eu fiz-la muito cedo e continuo a fazê-la.
É difícil fazer reflexões em modo condicional, pois a partícula "se" num enunciado remete para a probabilidade e não para a realidade. Tendo em conta o meu perfil pessoal, moldado num contexto democrático e tendo conhecido (até pessoalmente) vítimas e opressores de regimes ditatoriais, creio que poderia admitir vários cenários com diferentes graus de probabilidade:
A. Seria um simples trabalhador, preocupado apenas em dar de comer aos meus filhos, tentando não me expor, numa sociedade em que a mulher seria propiedade do homem.
B. Estaria exilado (seguramente no exílio interior).
C. Estaria a morrer por dentro, pois um íntimo livre não aguenta demasiado tempo em cativeiro.
D. Estaria na prisão e proibido de exercer a minha profissão por ser subversivo.
E. Subsistiria a muito custo, possivelmente despojado de qualquer propriedade privada ou de bens pessoais.
F. Seria muito provável que me tivessem torturado ou, ainda pior, que tivessem assediado, torturado e violado os meus seres queridos com total impunidade.
G. Resistiria como pudesse; abandonaria o pacifismo e, para combater a monstruosidade, recorreria ao pior de mim para sobreviver.
H. Ou, mais provavelmente, estaria morto numa vala comum (como a que tenho a 300 metros da minha casa).
Não gosto de pensar nem de me fazer esta pergunta, e houve tempos em que não era necessário fazê-la com tanta frequência. Admito o optimismo e a esperança, assim como a desmemória.
Há dez anos publiquei um poema que falava de tatuagens nazis a fazer compras pelas ruas da minha cidade. Algo já se intuía: o despudor massivo.
Hoje façamos e convidemos os outros, sobretudo os mais jovens, nostálgicos de autoritarismos ignotos, a fazer esta pergunta:
“Estamos dispostos a ser as pessoas que somos numa ditadura?”
(Imagen generada por IA)
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