Como no distingo sustancialmente el arte de la vida, como tampoco distingo la física de los movimientos y de los elementos, intuyo una respuesta, pero no la escribo en mis anotaciones. No merece la pena. Me guardo mis antipatías artísticas (y no solo) para mí mismo, pues quiero que mi suelo siga así, pobre en odios pero, al mismo tiempo, un lugar donde no suelen proliferar demasiadas malas hierbas.
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