sábado, junho 01, 2024

1/VI/2024: Observo a mi hijo mayor arreglando un enchufe y veo como heredó la destreza manual y la motricidad fina de sus abuelos.

1/VI/2024: Observo a mi hijo mayor arreglando un enchufe y veo cómo heredó la destreza manual y la motricidad fina de sus abuelos. Hace años que una navajita le acompaña y me alegro de que sea tan importante en su estuche como lo es en mi bolsillo. Sé que hay quien piensa que regalar este objeto a un niño o a un adolescente es un estímulo de la agresividad, lo entiendo pero creo que posiblemente esté confundiendo tan noble lámina con una vulgar usanza de cuchillo inconsciente, ignorando sus multiusos (o la simple hoja) potencialmente menos peligrosos que, por ejemplo, un móvil. 
Tuve mi primera navajita antes de los seis años, me la trajeron diminuta mis abuelos de Fátima, con una virgen de pegatina y con la cadena de mi tío. No me acuerdo de alguna vez haberme hecho daño más allá del casual corte, que también me hace cualquier página lacerante, y jamás atentó contra una vida con su pequeña agudeza. La perdí hace mucho, cuando aún era un niño, pero la sustituí por otras sin las cuales me suelo sentir desnudo e incapaz de lidiar con los más diversos imprevistos del día a día. Pensándolo bien, es para mí el objeto más perfecto e imprescindible (aún más que el libro, el cuaderno - tipo "Moleskine"- o el insuperable bolígrafo Bic...) y, al verlo usado con arte en manos de mis descendientes, me siento tranquilo y digno de una herencia silenciosa que me va ayudando a sobrevivir.

Observo o meu filho mais velho a arranjar uma tomada e vejo como herdou a destreza manual e a motricidade fina dos seus avós. Há anos que uma navalhinha o acompanha e fico contente que seja tão importante no seu estojo como é no meu bolso. Sei que há quem pense que oferecer este objeto a uma criança ou a um adolescente é um estímulo à agressividade, entendo tal opinião, porém acredito que possivelmente estão a confundir essa nobre lâmina com uma utilização vulgar de faca inconsciente, ignorando os seus múltiplos usos (ou a simples lâmina) que são potencialmente menos perigosos do que, por exemplo, um telemóvel.
Recebi a minha primeira navalhinha antes dos seis anos, foi-me trazida diminuta pelos meus avós de Fátima, com uma imagem da virgem de autocolante e com a corrente do meu tio. Não me lembro de alguma vez me ter magoado para além de um corte ocasional, que também me faz qualquer página lacerante, e nunca atentou contra nenhuma uma vida com a sua pequena acutilância. Perdi-a há muito tempo, quando ainda era criança, mas substituí-a por outras sem as quais me sinto normalmente despido e incapaz de lidar com os mais diversos imprevistos do dia-a-dia. Pensando bem, é para mim o objeto mais perfeito e imprescindível (ainda mais do que o livro, o caderno - tipo "Moleskine" - ou a insuperável caneta Bic...) e, ao vê-lo usado com arte nas mãos dos meus descendentes, sinto-me tranquilo e digno de uma herança silenciosa que me vai ajudando a sobreviver.

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