segunda-feira, setembro 24, 2007

La pesadilla de Figo - Uno de diez momentos para la historia del "Camp Nou"


Un día de la Merçè de hace 50 años, con la dictadura de Franco en pleno apogeo y sin televisión, el Barça inauguró el Camp Nou. Fue un momento feliz para los barcelonistas, que ya no cabían en el viejo campo de Les Corts. Desde entonces, el Barça ha vivido momentos sublimes y otros amargos. Este es uno son de los que más huella ha dejado.
"Quizá ocurrió porque la gente le quería demasiado. Pero pocas veces el Camp Nou se convirtió en un lugar tan diabólico como la noche del 21 de octubre de 2000, cuando Figo regresó como madridista. Fichado en 1995, el portugués era un jugador adorado por su entrega, su eficacia y su identificación con el club. Fue él quien invitó a Núñez y Louis Van Gaal a dejar el Barça. Y entonces pidió mejorar su contrato sin sopesar que había elecciones y todas las decisiones congeladas. "Núñez se quiso ir con la caja con dinero y por eso no le atendió", cuenta Rexach. "La gente no sabe bien la historia", le defiende Josep Maria Fusté. Y Figo negoció con Florentino Pérez, candidato del Madrid, pensando que no ganaría las elecciones. Y el día 23 de julio se encontró con esta situación: o le pagaba 5.000 millones de las antiguas pesetas o tenía que vestirse de blanco. "Aquella noche", cuenta Charly, "me llamó desesperado pidiendo hablar con Gaspart para que lo arreglara".
No hubo solución. Se había hartado de decir en verano: 'Tranquilos: el 24 de julio estaré en el Camp Nou'. Pero estuvo en el Bernabéu. Sintiéndose traicionada, la afición le preparó un recibimiento brutal. Cayeron al césped botellas, cayeron teléfonos móviles, cayó de todo. Y en el clásico de noviembre de 2002 cayó la cabeza de cerdo más famosa del mundo del fútbol. El partido llegó a ser suspendido y el Barça se libró al final, gracias a una reforma federativa, del cierre por dos partidos. "Fue peor con Kubala, cuando se marchó al Espanyol. Aunque quizá no se notó tanto en el Camp Nou porque tenía muchos incondicionales", dice Fusté".
In El País on-line.

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