
Y ese día, en la Plaza del Comercio de Lisboa, una vendedora de flores regalaba entre lágrimas ilusionadas sus claveles a los militares sublevados, bautizando hermosamente como Revolución de los Claveles (Revolução dos Cravos) a este grito por la libertad.
Hoy, con un clavel en la mano que regalo a mi amigo portugués Luis Leal, igual al de aquellos días, abro las Poesías completas de Saramago, traducidas con amistosa pulcritud por Ángel Campos Pámpano, y leo "Enigma":
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Un nuevo ser me nace a cada hora.
El que fui, ya lo he olvidado. El que seré
no guardará del ser que soy ahora
sino el cumplimiento de cuanto sé.
Un nuevo ser me nace a cada hora.
El que fui, ya lo he olvidado. El que seré
no guardará del ser que soy ahora
sino el cumplimiento de cuanto sé.
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La memoria, adornada con flores, revolucionaria siempre, con el cuerpo deshabitado, sigue afortunadamente siendo roja...
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