La aldea natal de nuestro espíritu
Está
poblada por los que preferimos.
No
es a cualquiera que abrimos las puertas de nuestro ser.
(En un día que no podremos olvidar, apenas nos
quedaremos con la certeza que la corriente violenta del río mata. Pero que el
agua restituye vida como fuente, matando la sed, una especie de hidratación
esencial, hasta el día en lo cual todo se secará.
¿Cuándo será?
Nos sobra recordar que hoy no ha
sido).
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