Atear fogos não é coisa de hoje, nem de um passado recente. As acendalhas mantêm o ambiente propício a que o lume se reactive e alastre para a sociedade, que se incendiem instituições por incompetência e que, no meio do incêndio do salve-se quem puder, espalhemos brasas e nem sequer fertilizemos com as cinzas da desgraça algum campo de conhecimento ou alguma pequena flor pelos finados. O que continua a nascer é o mato descontrolado, as ervas daninhas dos egos pirómanos de atenção enraizadas no solo da inframediocridade. Somos Neros de uma Roma repetitiva a arder. Pensamos que temos poder, que somos mais do que esse pó que se misturará com a terra, mas, ano após ano, Verão atrás de Verão, apenas se constata que somos uns seres inúteis, cuja arrogância cai nesta tensão climática e nem se humilda debaixo do fogo e de outros elementos incontroláveis.
“Que farei quando tudo arde?”, já perguntava, em clímax desarrezoado, Sá de Miranda, e Lobo Antunes lembrou-se disso uns séculos mais tarde. Que faremos quando tudo arde? Essa resposta tem sido dada pela sociedade demasiadas vezes, e é deixar arder até que não haja nada mais que queimar.
17/VIII/2025: El fuego es igual en todas partes. En Portugal y en España, más que igual, diría que es el mismo. Se entiende: no tiene impedimentos de comunicación. Consume bosques, campos, casas, animales y nos consume la vida física y existencial, cada verano, con una sensación de vieja novedad que me lleva a entrar en conflicto entre lo que siento y lo que pienso, generando impulsos y contradicciones peligrosas para cualquiera que se niegue a abrazar el cinismo.
Prender fuego no es cosa de hoy ni de un pasado reciente. Las yescas mantienen el ambiente propicio para que la llama se reactive y se propague hacia la sociedad, para que se incendien instituciones por incompetencia y para que, en medio del incendio del “sálvese quien pueda”, esparzamos brasas y ni siquiera fertilicemos con las cenizas de la desgracia algún campo de conocimiento o alguna pequeña flor por los difuntos. Lo que sigue naciendo es la maleza descontrolada, las malas hierbas de los egos pirómanos de atención, enraizadas en el suelo de la inframediocridad. Somos Nerones de una Roma repetitiva en llamas. Pensamos que tenemos poder, que somos más que ese polvo que se mezclará con la tierra, pero, año tras año, verano tras verano, apenas se constata que somos unos seres inútiles, cuya arrogancia se derrumba en esta tensión climática y ni siquiera se humilla bajo el fuego y otros elementos incontrolables.
“¿Qué haré cuando todo arde?”, ya preguntaba, en un clímax desarrazonado, Sá de Miranda, y Lobo Antunes se acordó de ello unos siglos más tarde. ¿Qué haremos cuando todo arde? Esa respuesta la ha dado la sociedad demasiadas veces, y es dejar arder hasta que no haya nada más que quemar.
Sem comentários:
Enviar um comentário