"Adrede no he mencionado a Ramón Gómez de la Serna. Para mí el gran escritor español: el Escritor [con mayúscula] o, mejor, la Escritura [también con mayúscula]. Comparto la admiración, el fanatismo, de Larbaud: yo también habría aprendido el español sólo para leerlo. Gómez de la Serna, inmenso como Lope y como él popular, cotidiano, prodigioso, inagotable. Popular y aislado: el cenobita en su ermita de Madrid o Buenos Aires, el solitario «dans son tout au centre de notre capitale, disant précisement ce que nous cherchions a dire». Nunca fue más justo un elogio: hubo un momento en que la modernidad habló por la boca de Gómez de la Serna. Fue tan nuevo que lo sigue siendo... [hoy más que nunca, agregaría yo en 1979]. Fue tan poderoso y generoso que la muerte misma me parece, en sus páginas, saludable. ¿Cómo olvidarlo y cómo perdonar a los españoles e hispanoamericanos esa obtusa indiferencia ante su obra?" - Octávio Paz
(Año XII, tomo XLVII, núm. CXL, "Una de cal...", páginas 186-187.)
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