Decía Eugenio d'Ors que la primera condición para ser orador era una cierta garantía de que uno va a ser escuchado. Por eso me gusta la columna, porque nadie me interrumpe y soy escuchado por alguien, por mí mismo, hasta el final.
Cf. Francisco Umbral, Días felices en Argüelles, Barcelona, Planeta, 2005, p. 63.
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