quarta-feira, junho 26, 2013

Colección León Felipe (Ed. Finisterre)

Este libro tiene por detrás una historia preciosa de como la palabra tiene tanta o más fuerza que la espada.
Este libro, zamorano de origen, me lo regaló mi buen amigo Pedro L. Cuadrado la semana pasada.
Ya lo leí casi todo en los pocos ratos libres que tuve entre casa, trabajo y otras responsabilidades.
Su historia nos lleva al año 76, poco tiempo después de la muerte de Franco, y Pedro lo compró de una manera todavía "subversiva" en una librería de Salamanca. Todo gracias a su tío Avelíno, que le había recomendado el libro e inspiró confianza al librero en un tiempo de transición a algo tan desconocido como la democracia.
Esta historia ilustra el contenido sin duda molesto para los ideólogos de sistemas totalitarios y dictatoriales. Es un libro marcadamente de izquierdas, pero lo que más me gusta es su lado declamatorio, su lado de romero, de peregrino que solo pasa una vez y no vuelta. 
Para todos los amantes de la poesía y de la libertad.

Os dejo con: "Romero Solo"

Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

2 comentários:

Pedro L. Cuadrado disse...

Hola, Luís. Me alegro de que haya gustado el libro y su historia.

Corrijo unos detalles. La ciudad fue Zamora (León Felipe había nacido en un pequeño pueblo de esta provincia, Tábara; aunque nunca se sintió ligado a él, pues sólo vivió alli sus dos primeros años), y el nombre de mi tío, Avelino. Compré el libro en el verano del 76, (¡"gensanta", como dice Forges!, ¿cómo es posible?)

Un abrazo, y seguimos al pie del cañón poético.

Luis Leal disse...

Perdón amigo... Lo de León Felipe lo sabía, pero lo del año y de tu tío, perdona, me lié con las informaciones. Las corregiré.
Un abrazo buen Pedro.